martes, 24 de septiembre de 2024

Polvo eres y en polvo de convertirás, o que pasa cuando toca revisar las pertenencias de un fallecido.

     Mi abuelo falleció hace casi 16 años, y este 2024 nos dejó mi abuela. Ya no tengo abuelos. Si bien el piso en el que residían se lo va a quedar un familiar, entre tres estamos revisando los objetos pequeños que hay en su vivienda: ropa, utensilios de cocina y poco más.. Algunos los tuvo entre sus manos en el último momento y otros llevan reposando años en el fondo del armario (y quien dice años, dice décadas... encontramos hasta unas bragas mías de cuando tenía 6 años). En fin, aviso que no voy a compartir formas de superar el duelo.

El año pasado, me enviaron un emotivo post que me guardé, y dice: 

CUANDO SE CIERRA LA CASA DE LOS ABUELOS.

SE CIERRA LA PARTE MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA . . .
Uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos , y es que, al cerrarse esa puerta, damos por finalizados los encuentros con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales cuando se juntan, enaltecen los apellidos, como si de una familia real se tratase, y llevados siempre por el amor a los abuelos, cual bandera.
Cuando cerramos la casa de los abuelos , damos por terminado las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso, novios pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respira.
Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz.
Los reencuentros en navidad que cada año que llegan piensas si será la última vez... Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo y las risas serán un recuerdo ido de tal vez tiempos mejores.
El año pasa mientras esperas estos momentos, y sin darnos cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo, hasta el cafecito de la cena, porque cuando se está en familia, el tiempo no pasa y ese café es sagrado.
Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia, o a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido. Siempre habrá una ollita con café, o alguien dispuesto a hacerlo.
Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente, es tu pueblo.
Cerrar la casa de los abuelos, es decir adiós a los mejores momentos de la vida!


En fin, los créditos a quien le correspondan.

Las experiencias familiares y los vínculos formados son muy personales y son distintos para cada persona, así como las reflexiones surgidas de cada evento; aunque hay que decir que los pensamientos surgidos tras el fallecimiento de una persona cercana son distintos. No quiero soltar un tostón, en esta ocasión y como en otras tantas, voy a compartir algunos puntos que en estos momentos están más vivos que nunca (y ojalá estén así de lúcidos para siempre) y que pueden ser de utilidad para quien me esté leyendo. Aviso de nuevo que no voy a compartir formas de superar el duelo.

  • Donar o deshacerse de las cosas de un fallecido no es fácil, pero es un recordatorio más de "en polvo eres y en polvo te convertirás". Había objetos que adoraba pero estaban escondidos para evitar que se los robaran, por lo que eran objetos que, al no haberlos visto nosotras más que una o dos veces en nuestras vidas, no tenían valor sentimental para nosotros. Ella se fue de este mundo tal como llegó: sin nada; y así nos pasará a todos en algún momento. A todos nos hace ilusión comprar cosas nuevas, y yo soy la primera que ha comprado tonterías, unas las adoro y otras no sé ni para qué. Me duele pensar en el día en que me vaya y algún descendiente se deshaga de mis peluchitos... pero a su vez es un recordatorio de que hay que ser más conscientes a la hora de comprar. (Spoiler: seguiré comprando peluchitos si son lo suficientemente adorables, suaves y blanditos).

  • Valora tu tiempo y el sentido que tienen las cosas en que lo inviertes. Mi abuela era muy religiosa, se pasaba todo el día (literalmente) sentada rezando. Aunque insistíamos en que tenía que levantarse, caminar y salir, no lo hacía: sus piernas le pesaban mucho por un problema de salud y cogió miedo a salir de casa porque su calle era relativamente estrecha y temía que la atropellase una bicicleta... a la familia nos carcomía, y sucedió lo inevitable: su movilidad se volvió realmente pobre. Sin embargo, ella ha dejado este mundo feliz y tranquila, gracias a su fe y al tiempo que ha dedicado a la oración (además, esta actividad era buena para su memoria). No todo el mundo es religioso y esto está bien, el punto se reduce en ser feliz y tener la mente tranquila. 
        Yo no soy tan religiosa. Mis hobbies se han diversificado, pero tuve una fase de vicio con algunos videojuegos. Tenía claras mis prioridades y no dejaba nada de lado para jugar videojuegos, pero alguna que otra crítica/reprimenda me llevé por invertir en su momento todo el tiempo libre que tenía en esto. A día de hoy, que mi vida es bastante distinta, no me arrepiento lo más mínimo de haber pasado por aquella fase, no tenía ni 16 años, simplemente porque estaba feliz y no molestaba a nadie. Estaba en mi habitación y no hacía el más mínimo ruido, como la abuela.


  • Valora el tiempo invertido en la gente de tu entorno, pero sin verte comprometido: cuando alguien se va, mucha gente se arrepiente de no haber pasado más tiempo con esa persona. Yo solía ver a mi abuela una vez a la semana (aunque en sus malos años la veía más veces porque era más dependiente) y me parece perfecto, ni un día más ni un día menos a la semana (que un día menos ya sería chungo dado la frecuencia de visitas...). Todos tenemos obligaciones varias (trabajo, estudios, otras personas importantes en nuestro entorno, el tiempo de uno mismo...), no podemos desvivirnos por ver a todas las personas de nuestro entorno si no procede porque al final será una visita poco productiva en que al menos una de las partes estará fatigada y poco comunicativa. No te invito a dejar de lado a la gente de tu entorno, pero si ver quienes merecen tu tiempo (por poco que sea) y quienes no.

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