Como historiadora, una de las cosas que más me frustran es el como se enseña la historia en las aulas y algunas de las reformas que se han propuesto, pero esto último da para otro post. ¿Significa esto que eres una profesora frustrada o que estudias el master de profesorado y que te has cabreado con el mundo? No, no y sí...
Hay muchos motivos por los que no quiero ser profesora (y sí señores, la carrera de historia no tiene como única salida el ser profe) y sin estar metida de lleno en el sistema, es difícil que consiga cambiar algo, pero me suda un pie, así de claro. Si algún profesor frustrado pasa por aquí y toma mi post como referencia para iniciar un cambio, aunque yo no reciba ningún beneficio, solo espero que el cambio se cumpla.
Está muy bien estudiar las guerras y las transiciones políticas del mundo (quién dice del mundo, dice de Europa... ojalá enseñaran más historia universal), y no digo en absoluto que haya que suprimirlas, sino ceñirnos a lo importante de esos aspectos para así dar paso a otros aspectos mucho más importantes y que lleven a reflexionar sobre lo que está sucediendo en la actualidad. Sí, muy bonito el matrimonio entre miembros de la realeza para juntar coronas, pero si fuera profesora, preferiría hablarle a mis alumnos de la historia de la religión y porqué ha influido tanto en la sociedad, los principios propagandísticos de Goebbels (que aun se usan en la actualidad), lo atrayente y ridícula que resultan las campañas propagandísticas, el origen del sentimiento emocional y cómo ha sido usado como arma social, como la histeria y desesperación de la gente en la Edad Media cuando había escasez de lo que sea les llevaba a creer que era cosa de brujas y de judíos (abandonando todo uso de razón)...
Foto random tomada en mi primer año de la universidad, en mis primeras vacaciones de Navidad, allá por el 2014.
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